Ya es tarde para mi alma, la semana acaba lentamente como acompañando el dulce apagar de un batallón de velas.
Una parte del mundo descansa sobre la otra parte que se mueve, todo va y viene, lo que se estanca lentamente saborea su extinción.
La vida esta dotada de movimientos armónicos, no tiene lugar para ganar o perder, resultados que las mentes pobres buscan afín de alimentar un ego lleno de bulimia en emociones propias que ante el primer soplo de esperanza son llevadas lejos, se caen como un castillo de naipes frágiles.
Muchas palabras se dicen durante el día que nos corren de costado, no observamos nuestro correr, si nos importa mas apegarnos al vivir veloz y voraz, perdiendo de vista el foco en nuestro ser, porque el ser de los otros le damos mas importancia en su contenido y esencia, no nos damos cuenta que mas ponemos en el otro, menos nos queda en el inventario espiritual.
Por eso a la salida del febo ardiente, mientras acompasa en su descanso a la luna madre, nuestra alma despierta rebosante de emociones y aventuras, leve sonrisa apagada por las voracidades externas a las que mal tenidos nos tienen en nuestra existencia.
Cada mañana siente latir tu corazón y la sangre fluir velozmente, abre los ojos observando que la vida nos ofrece un nuevo día para ser, para uno, no para deleitarnos en las extravagantes fugas de los seres fantasmales que acompañan nuestro derrotero
Venimos y nos vamos, siempre es en uno donde todo recae y es uno quien debe dar fe para si mismo, luego para los otros...mientras los otros esperan nuestro diezmo espiritual, uno debe alimentarse el espíritu para poder alimentar a otros espíritus tiempos después.
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